LA FORMA DE UNA CIUDAD / GRACQ, JULIAN
Editorial: SHANGRILA EDICIONES
Este escrito es una memoria y, a la vez, un ensueño. «Entraba en sexto curso –nos confiesa Julien Gracq–: tenía 11 años. A medias conocida, a medias soñada, la ciudad, desde mi primer contacto con ella, no se ha desprendido jamás de esta impresión». La forma de una ciudad, un texto escrito por Gracq al final de su vida, está construido a partir de estos vacíos, de tales presencias furtivas que han de ser exploradas.
La tensión que articula el texto se produce entre el Nantes de los años ‘20, al que llegó Gracq, y el ahora de la propia escritura, sesenta años después. Se diría, incluso, que es la existencia de un vacío ontológico lo que permite la narración; de la misma manera que la ciudad de Nantes –que aquí es la protagonista– se ha desarrollado a partir de dramáticos y poderosos procesos de derribo y reestructuración de su circunstancia urbana. Por el medio, el intervalo que la memoria habrá de recorrer, que ocupa también la transformación de toda la vida de un hombre, y, a la vez, una transformación brutal mayor aún, quizás, en la urbe que en el hombre.
A lo largo de este texto prodigioso, suntuoso y giróvago como siempre acaba resultando la prosa de Gracq, el escritor se va a ir aferrando a estas perspectivas, para encontrar el camino que conduzca, una vez tras otra, a la rememoración; que resultará también, a su vez y necesariamente, una revelación. Ese momento –verdaderamente emocionante y mágico: féerico, como le gusta decir al escritor– en que todo al fin se coagula en una penetrante inmovilidad.
JULIEN GRACQ
St. Florent-le Vieil (1910-2007). Julien Gracq es el seudónimo que adoptó Louis Poirier para firmar su obra como novelista, poeta, ensayista y dramaturgo.
Licenciado en historia, geografía y ciencias sociales, fue profesor de secundaria. Comenzó a militar en el Partido Comunista Francés en 1937 y, a causa de la firma del pacto germano-soviético, dejó de pertenecer en 1939. Mantuvo contacto con el movimiento surrealista sin implicarse en el mismo, aunque escribió un libro sobre André Breton que fue con quien mantuvo una más estrecha relación.
Entre otros, su obra contiene títulos como En el castillo de Argol (1938), Un beau ténébreaux (1945), El mar de las Sirtes (1951), Los ojos del bosque (1958), Letrinas I y II (1967-1974), La forma de una ciudad (1985), Entrevistas (2002) y Manuscritos de guerra (2011).
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